¿Por qué hay más lesiones de ligamento cruzado anterior en el fútbol femenino?
La ausencia de ocho destacadas jugadoras del Mundial Femenino 2023, todas por ruptura del ligamento cruzado anterior, despertó las alarmas sobre este tipo de lesiones.
Leah Williamson, fútbolista del Arsenal, durante un partido de la Champions League, el 16 de octubre de 2024.
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EFE
Autor:
Redacción Primicias
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Una epidemia de lesiones de ligamento cruzado anterior se produjo en el fútbol femenino en 2023. Grandes estrellas mundiales y un sinnúmero de jugadoras se enfrentaron al mismo problema, lo que las alejó de las canchas por un período de entre 9 y 12 meses.
Futbolistas como Marie-Antoinette Katoto (Francia), Catarina Macario (Estados Unidos), Vivianne Miedema (Países Bajos) y Beth Mead y Leah Williamson (Inglaterra) fueron algunas de las estrellas que se perdieron el Mundial 2023, todas por la misma lesión: ruptura del ligamento cruzado anterior.
Eso despertó las alarmas en el mundo del fútbol femenino, que encontró que el problema no es simplemente una cuestión genética. La falta de recursos, infraestructura e investigación específica en mujeres aumentan la incidencia de este tipo de lesiones.
“Hay que dejar de entrenar a las mujeres como si fueran simplemente hombres pequeños para así poder desvelar su verdadero potencial”, dice Michele Kang, máxima inversora del fútbol femenino a nivel mundial y dueña de varios equipos, entre ellos el Olympique de Lyon, ocho veces ganador de la Champions League.
La diferencia antropométrica (de masa corporal y musculatura), hormonal y fisiológica entre hombres y mujeres debe ser tomada en cuenta para realizar planes de entrenamiento completos que tengan como objetivo reducir estas diferencias.
La fisioterapista, especializada en osteopatía y medicina funcional, Alejandra Alemán, explica que “debido a esta diferencia, las mujeres son nueve veces más propensas a lesionarse que los hombres”.
Con respecto a la lesión de ligamento cruzado, la pelvis en la mujer es más amplia, lo que hace que el ángulo Q que se forma entre el fémur y la tibia sea mayor, lo cual incrementa la tensión en los ligamentos y las hace más vulnerables.
Si bien no se puede cambiar el ángulo, una buena musculatura acompañada de ejercicios preventivos pueden reducir drásticamente la probabilidad de lesión en las deportistas.
Sixto Curipoma, fisioterapista con extensa trayectoria en el fútbol ecuatoriano, comenta que casi no hay información sobre cómo se debe manejar la recuperación de ligamento cruzado, específicamente en mujeres.
Si bien las fases que se cumplen son las mismas, los tiempos pueden variar y, por falta de conocimiento, ha tenido que adaptar el tratamiento de las mujeres a los estudios disponibles.
Menstruación
Alejandra Alemán explica que, por lo general, un ciclo menstrual saludable “trabaja a favor de la mujer”. El estrógeno funciona como protector de huesos, ligamentos y músculos, a menos que este se produzca en exceso (por malos hábitos de salud).
La menstruación, en teoría, es el mejor indicador de la salud de una mujer, pero todavía es considerada tabú. Al reconocer síntomas menstruales muy intensos, podemos saber mucho sobre cómo está funcionando el organismo y así prevenir complicaciones que aumentan el riesgo de lesiones.
FIFA 11+ y la prueba del salto
En 2009, la FIFA desarrolló el programa preventivo de lesiones FIFA 11+, un plan de entrenamiento que ha demostrado reducir entre 30% a 50% de lesiones en hombres y mujeres. El programa es ideal por su corta duración e implementación y está disponible para todo público.
La prueba del salto es otra herramienta fundamental para identificar la probabilidad de lesiones y realizar planes de entrenamiento específicos. Los médicos recomiendan seguir estas prevenciones, pero también reconocen que muy pocos equipos de fútbol los ponen en práctica, quizá por falta de conocimiento o de voluntad.
¿Qué pasa en Ecuador?
En el fútbol ecuatoriano, la diferencia de recursos e infraestructura entre equipos masculinos y femeninos es significativamente amplia, incluso cuando pertenecen a la misma institución.
La pequeña cantidad de escuelas formativas para niñas, mala calidad de las canchas, arbitraje amateur y el reducido tamaño de los cuerpos médicos son factores que limitan el desarrollo del fútbol femenino. Aunque parecen detalles pequeños, sumados, pueden ser influyentes para la incidencia de lesiones.
María Pico sabe lo difícil que es ser mujer en el fútbol ecuatoriano. En 2020 sufrió una lesión en la rodilla cuando jugaba para Universidad Católica. A pesar de que su fisioterapeuta le decía que era fundamental una resonancia magnética, el club se negó a realizarla por el costo que implicaba.
Al poco tiempo de volver a las canchas, recayó de la lesión, y el club nuevamente rechazó la posibilidad del examen. En su segunda readaptación a cancha tuvo una mala pisada que terminó de romper su ligamento y meniscos.
Se nota la frustración en el tono de voz cuando explica que el pésimo estado de la cancha fue lo que ocasionó el accidente. En esta tercera ocasión, Universidad Católica tuvo que ceder con la resonancia, pero tardaron un mes en hacerla.
La historia de María se ve repetida en muchas futbolistas, algunas que sí lograron recuperarse y seguir con su carrera, y otras, como ella, que nunca pudieron recuperarse al 100% y hasta ahora tienen complicaciones con su rodilla. “Hay que exponer este tipo de temas para intentar lograr algún cambio”.
Las buenas noticias
Equipos como Liga de Quito o Independiente del Valle muestran interés por profesionalizar el fútbol femenino y eso se ha visto en los resultados que van logrando.
El deportólogo Richard Cabezas trabajó en el primer equipo masculino de Liga de Quito hasta 2023. Si bien las evaluaciones médicas o lesiones complejas las hacían en conjunto para todos los jugadores, comenta que el apoyo a las mujeres siempre era menor.
Las pruebas antropométricas que se hacían en pretemporada año tras año mostraban una mala composición corporal, por la falta de trabajo personalizado. Sin embargo, este año, LDU se dio cuenta de la importancia de apostar por las mujeres y ha hecho algunos cambios.
Agustina Salgado juega en la Sub 15 de las Guerreras Albas y actualmente se está recuperando de una ruptura de ligamento cruzado anterior, posterior y meniscos. Ella cuenta que no se esperaba tanto apoyo del club, considerando cómo se manejaban las cosas cuando llegó hace un año y medio.
Con orgullo, Agustina habla sobre los cambios: “Al fin nosotras tenemos nuestro propio botellón de agua, antes solo nos daban agua cuando sobraba de los hombres, y este año a la Sub 18 le dieron uniformes propios, porque antes nos daban los viejos de los hombres”. Suena básico, pero es una realidad que muchos equipos viven en el país.
Liga de Quito sigue implementando nuevas medidas para profesionalizar el fútbol femenino. Agustina se siente aliviada de poder hacer la rehabilitación ahora, porque sabe que la historia sería muy diferente si se lesionaba antes.
Se nota la emoción cuando dice que, al utilizar algunas máquinas del gimnasio de los hombres, siente que se recupera como una profesional. Son detalles pequeños pero que hacen la diferencia, y que especialmente para los equipos que ya tienen el material en sus instalaciones no significa una mayor inversión.
Independiente del Valle ha ido aún más lejos, profesionalizando al 100% sus equipos, y los resultados se ven reflejados en el primer campeonato nacional obtenido el 21 de septiembre y en el cuarto lugar de la Copa Libertadores logrado el 19 de octubre.
Sin importar la categoría, todas las jugadoras reciben un salario. Camila Paladines, jugadora de Dragonas IDV, y María Elisa Arboleda, quien jugaba en las formativas, aseguran que su experiencia en el equipo ha sido de primera.
Específicamente con las lesiones, el club IDV se encarga de todo y aprovecha la maquinaria e infraestructura del equipo masculino para tratarlas de mejor forma. Incluso, el club intenta cortar el problema de raíz, por lo que le dan mucha importancia a la prevención de lesiones.
Paladines cuenta que siempre, antes de entrenar en cancha, hacen calentamiento o ejercicios preventivos en el gimnasio, y algunos días los complementan con ejercicios hechos con el cuerpo médico, específicos para lo que cada una necesita.
Las mujeres también ocupan el gimnasio para sesiones de fortalecimiento, y las jugadoras lesionadas tienen mínimo dos sesiones de fisioterapia en el día.
La nutrición es una parte fundamental del rendimiento, por lo que las jugadoras tienen planes alimenticios personalizados e, indistintamente de la categoría, desayunan y almuerzan siempre en el complejo.
Tanto jugadoras como médicos y entrenadores coinciden en que, ya que el cuerpo es la herramienta de trabajo de las deportistas, es necesario que tengan acceso a los mejores recursos que las permitan incrementar su rendimiento. Las mujeres deben ser tratadas y entrenadas como mujeres, pero también tienen derecho a las mismas facilidades que los hombres.
El dinero siempre es un pretexto para esta distribución desigual, y si bien Liga de Quito e Independiente del Valle han asumido estas responsabilidades, también han trazado un camino importante sobre cómo profesionalizar el fútbol femenino.
No es necesario hacer inversiones significativas. En muchos casos hace falta compartir la infraestructura y aprovechar los recursos que ya están disponibles. Para las jugadoras, dar a conocer la existencia de estas diferencias es el primer paso que se debe dar para romper las barreras.
*Escrito por Martina Laso, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito
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