Escuelas de fútbol en Conocoto forman jóvenes lejos del crimen y cerca del éxito
En algunos barrios de Conocoto, donde la delincuencia parece ser la única alternativa para muchos jóvenes, el fútbol se ha convertido en un faro de esperanza. A través de escuelas deportivas, cientos de niños y adolescentes encuentran en el balón un camino hacia un futuro más prometedor, lejos de las tentaciones de la calle y cerca de oportunidades que pueden cambiarles la vida.

Dos niños juegan en una escuela de fútbol en Conocoto.
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Dillan Salazar, dueño de una de las academias más reconocidas en Conocoto, ha visto de primera mano cómo el fútbol transforma realidades. “Aquí no solo enseñamos a jugar, enseñamos disciplina, responsabilidad y trabajo en equipo”. Su escuela ha albergado a jóvenes en riesgo, dándoles no solo entrenamientos, sino también charlas motivacionales.
El deporte es una herramienta clave para el desarrollo social y la prevención de la violencia en comunidades vulnerables. En Ecuador, el fútbol se ha convertido en una alternativa real para quienes buscan un camino lejos del crimen.
María José Moromenacho, entrenadora en la academia de Salazar, resalta la importancia del rol que cumplen dentro y fuera de la cancha. “Algunos chicos llegan con problemas familiares, sin apoyo en casa, y aquí encuentran un segundo hogar”. Su trabajo va más allá de la táctica y la técnica.
Diversos estudios, como el realizado por la Fundación Fútbol Más, demuestran que el deporte fortalece valores y reduce la probabilidad de que los jóvenes sean reclutados por pandillas.
Uno de los mayores desafíos para estas escuelas es la falta de financiamiento. Sin embargo, algunas empresas locales han decidido apostar por estos proyectos.
Andrés Mena, patrocinador de la escuela, cree firmemente en el impacto del fútbol en la juventud. “Es una inversión en el futuro de nuestra comunidad. Si logramos que un solo chico deje la calle por el deporte, ya ganamos”.
El respaldo de patrocinadores permite que más jóvenes accedan a entrenamientos de calidad, indumentaria y torneos donde pueden ser vistos por cazatalentos.
Iniciativas como la FIFA Foundation han demostrado que el fútbol, con el apoyo adecuado, puede convertirse en una vía de superación social.

En el Valle de los Chillos actualmente existen al menos 15 academias de fútbol que operan con regularidad, según datos de la Liga Cantonal de Rumiñahui.
La mayoría de ellas cobra entre USD 15 y 40 mensuales y ofrecen entrenamiento tres veces por semana. Algunas entregan becas completas a jóvenes en situación de riesgo social.
En la academia de Dillan Salazar se entregan becas completas para jóvenes de bajos recursos. “Actualmente, tenemos cinco chicos becados que han demostrado compromiso y dedicación”, cuenta Andrés Mena.
Muchos de los jóvenes que pasan por estas academias logran cambiar su destino. Algunos consiguen becas deportivas, otros llegan a clubes profesionales y, en el mejor de los casos, representan a Ecuador en torneos internacionales.
“Nuestro objetivo no es solo formar futbolistas, sino personas que sepan luchar por sus sueños”, concluye Salazar.
Mientras el fútbol siga rodando en Conocoto, el futuro de muchos jóvenes seguirá alejándose del peligro y acercándose a la victoria, dentro y fuera de la cancha.
*Escrito por Esteban Mena, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito.
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