Estas son las calificaciones de un enchufado Ecuador tras ganar a una Bolivia de cristal

Apenas tuvo trabajo, gracias a que el rival apenas encontró caminos para inquietarlo. Pero jamás dejó de ordenar a sus defensas: confiarse, ¡jamás! Siempre pro, siempre.

Cometió un error en la entrega de una pelota que no causó estragos en el primer tiempo. Fuera de eso, tuvo salidas limpias y no desentonó en la sagrada línea de tres del fondo. Pese a esto, sigue siendo el zaguero del futuro, no del presente. Pero ese futuro está cerquita.

Impasable en la retaguardia y no entregó mal ni un solo pase. 

Cortó todas las jugadas de peligro que le tocaron y también se animó a jugar intensamente en modo ofensivo, con disparos de media distancia. A ratos, incluso parecía que estaba de 10. Claro, las facilidades de la gelatinosa Bolivia ayudaron al lucimiento general de Ecuador y, en ese contexto, este zaguero se divirtió bastante.

Fútbol caviar el suyo. Sí, falló un par de goles, pero su posicionamiento y la interpretación de las jugadas fueron excelentes. Gravitante en el último cuarto de cancha. Anotó un golazo. 

Gran exhibición personal, distribuyendo pases verticales y también lanzando balones entre líneas. Habrá que verlo contra rivales más rudos.

El motor del equipo en este partido. Si hubiera alguna manera de extraer su energía mediante paneles solares o algo así, Guayaquil no tendría apagones.

Los bolvianos perdieron la cuenta de todas las veces que les ganó la raya de fondo.

Si hubiera alguna fórmula matemática para describirlo, sería Gambeta + Profundidad sobre Velocidad. En esta ocasión estuvo imparable. ¡Y pensar que, por ese traspié en la Gran Manzana, algunos no querían volverlo a ver! Pídanle perdón.

Pese al entusiasmo y a que esta primera titularidad resultó más que satisfactoria, no fue sobresaliente. A ratos, parecía estorbarse con sus compañeros y daba la sensación de que se pasaba de revoluciones en relación a la velocidad que necesitaba la jugada. Pero es un detalle menor dentro de un rendimiento general muy positivo.

¡No podía dejar de marcar a su mejor cliente! Estuvo en su salsa.

Un último baile para uno de los jugadores más gravitantes de la Tricolor de estos diez años. Las circunstancias del partido permitieron que tuviera unos 25 minutos para decirle adiós a la Selección, algo que de todos modos también tenía sabor a cambio de generación.

Quedó la sensación de que los que entraron enfriaron un poco el espectáculo.

Su sistema 3-4-3 no tuvo fisuras. El rival llegó con más bajas que la Cumbre Iberoamericana de Cuenca, pero eso ya no es responsabilidad del DT de Ecuador, que también guardó algunas piezas y reguló a algunas de las figuras con el partido en Barranquilla en mente. Esta vez, todo salió muy bien, con la sensación de que el marcador pudo ser más amplio. Gran gesto de permitir a Ángel Mena despedirse en la cancha de la Tricolor.