Tener casa propia, la verdadera medalla que buscan los deportistas olímpicos en Ecuador
Cientos de atletas ecuatorianos ven al deporte y sus logros como un medio para salir adelante y, con eso, tener una casa propia, más que para ellos, para sus familias.
Lucía Yépez, Lisseth Ayoví, Daniel Pintado y Luis Valverde, cuatro deportistas olímpicos que también persiguen el sueño de tener casa propia.
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PRIMICIAS
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Cada ciclo olímpico se repite la misma historia. Está claro que para todo deportista el principal objetivo es subirse a lo más alto del podio. Independientemente de la competición. No existe mayor recompensa deportiva que ganar una medalla en los Juegos Olímpicos.
De todas formas, acompañado a ese logro, que implica sacrificios y muchas horas de entrenamiento, llegan otras motivaciones: que el Gobierno Nacional o las empresas privadas reconozcan ese esfuerzo con una casa, un auto o dinero en efectivo.
La mayor parte de los deportistas de alto rendimiento en Ecuador provienen de familias pobres, humildes y trabajadoras. De situaciones muy complejas, en donde el deporte es la única salida, tanto social como económicamente.
La vida de un deportista que quiere sobresalir y dedicarse 100% a su carrera es extremadamente desgastante. Implica, en muchos casos, dejar a sus familias, vivir solos, entrenar todo el día y lidiar con la falta de recursos.
Pero ahí es cuando aparece su principal incentivo: darles una mejor vida a sus padres, hijos o hermanos. Incluso a sus amigos o círculo cercano.
"Los deportistas trabajamos para obtener el máximo logro, que es un lugar en donde vivir y donde esté bien tu familia, sin preocuparte de alquilar un departamento o pedirles a las Federaciones nacionales que te den hospedaje", dice Luisa Valverde en una entrevista con PRIMICIAS.
El caso de la luchadora, diploma olímpico en Tokio 2021 y París 2024, es particular. El Estado le ofreció una casa en dos ocasiones: la primera fue en 2011, cuando ganó la medalla de bronce en el Mundial de Lucha, aunque esta fue una promesa vacía, que ni siquiera fue acordada por escrito.
Posteriormente, obtuvo un histórico diploma en los Juegos Olímpicos de Tokio. El Ministerio del Deporte se comprometió a regalarle una casa y emitió un acuerdo para que el Ministerio de Vivienda la construya.
Valverde ya tiene un terreno para construir su casa, gracias al Municipio de Babahoyo, que la premió por su participación en Tokio. Pero han pasado tres años y ni siquiera se ha puesto el primer ladrillo.
La luchadora explica que en su momento le ofrecieron una casa en Mocache, Provincia de Los Ríos, aunque no tenía sentido, ya que ella no es de allí. No tiene familia y tampoco entrena en esa localidad.
"Sigo viviendo con la ilusión de que me puedan cumplir con mi casa. Ahora me lo merezco. Tengo dos diplomas olímpicos y ya es hora. Yo entreno en Guayaquil. Si se les hace más fácil, me pueden regalar allí".
Algo similar ocurrió con Juleisy Angulo, Óscar Patín, Anahí Suárez, Jeremy Peralta, Pablo Calvache, Estaban Padilla y Edith Ortiz, que alcanzaron medallas en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Rosario, en 2018.
En recompensa por sus logros, la Secretaría del Deporte solicitó al Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) "la asignación de una vivienda para los deportistas", según el acuerdo N.º 0548, firmado por Andrea Sotomayor.
Sin embargo, seis años después de ese acuerdo, ninguna fue otorgada. En el caso de Suárez, le ofrecieron una casa en un barrio peligroso de Quito, y que además era compartida, con lo cual no aceptó.
"Las casas que construye el Miduvi en su mayoría son compartidas, similares a residencias, donde no se tiene privacidad. Y por ley también hay la opción de construcción de casas en terreno propio, como el caso de Luisa Valverde", explica Sharon Meza, especialista en derecho deportivo.
"Tener una casa propia es el sueño de todo deportista desde que empiezas el ciclo olímpico".
Luisa Valverde, luchadora
"Una casa termina siendo tan importante como una medalla olímpica"
Los Juegos Olímpicos de París marcaron un hito en la historia del deporte ecuatoriano. El país cosechó cinco medallas (una de oro, dos de plata y dos de bronce) y se convirtió en el segundo mejor registro de Sudamérica, solo por detrás de Brasil.
Pero las victorias de los deportistas tricolores en París dejaron en evidencia un sueño que va más allá de subirse al podio o ganar una medalla. El video viral de Lucía Yépez hablando con su madre, después de clasificar a la final y asegurar medalla de plata, fue conmovedor.
"Hola mamá de mi vida. ¡Lo logramos! Medalla olímpica, mamá. Ya te voy a comprar la casita de tus sueños. Ya no vas a trabajar, mamita de mi vida", fue el mensaje de Lucía Yépez a su madre, María, después de clasificar para la final de lucha.
Algo parecido ocurrió con el marchista Daniel Pintado (oro en los 20 kilómetros y plata en relevos mixtos). El día que gana el oro, en broma y en serio dice ante los medios: "espero que me regalen una casita".
Una semana después, el día que gana la medalla de plata, Pintado se conmovió al recibir una llamada, en donde le ofrecieron una casa en Guayaquil.
"Eso ha sido muy loco. El sábado me voy a recibir mi casa en Guayaquil. Es otro sueño cumplido", aseguró el cuencano en una charla con PRIMICIAS.
Otra de las deportistas que también se vio beneficiada después de su participación en París fue Lisseth Ayoví. La pesista recibirá una casa en Machala, su ciudad natal. O al menos la propuesta de que le iban a construir una casa, que debería ejecutarse en los próximos meses.
París 2024 volvió a demostrar que el deporte ecuatoriano necesita más ayuda. Del Estado en primer lugar, pagando a tiempo los incentivos que reciben los deportistas. Pero también mejorando las condiciones de entrenamiento, fisioterapia, complejos deportivos, psicología, campamentos, etc.
Pero también quedó muy claro que los deportistas pasan necesidades que casi son desconocidas. Ellos persiguen varias metas. Obviamente, quieren ganar, subirse al podio y ser los mejores en lo que hacen. Pero también persiguen el sueño de la estabilidad familiar y tener casa propia, para ellos, es tan importante como ganar una medalla. Pero muy pocos pueden cristalizar ese sueño.
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