Ríos y quebradas desbordadas, ¿por qué Ecuador sigue construyendo en zonas de riesgo?
La experta en inundaciones y gestión de riesgos, María del Pilar Cornejo, señala que por cada dólar invertido en prevención, Ecuador podría ahorrar USD 15 en la reconstrucción de zonas afectadas por las lluvias.

Aluvión en el sector del puente 3 de Conocoto, zona de la quebrada los Arupos en la calle Nela Martinez, Quito, el 8 de abril de 2025.Fotos : API /Rolando Enríquez
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Autor:
Karla Pesantes
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Menos de 24 horas después de un aluvión de tierra en Conocoto, un río y una quebrada se desbordaron en zonas del sur de Quito, dejando a pobladores de barrios como Turubamba inundados casi por completo, este 8 de abril.
La situación es caótica y parece no tener fin: cada día Ecuador presente emergencias relacionadas por las lluvias intensas de los últimos días.
Algunos de los desastres más notorios son:
- Carros atrapados y viviendas llenas de tierra y lodo por el desalve en Guápulo, norte de Quito.
- Habitantes con el agua hasta la cintura en Santa Elena, y en Loja, viviendas bajo tierra luego de nuevos deslizamientos.
- Mientras que en una urbanización de Daule, llamada La Joya, el agua bajó con tanta fuerza del cerro que trajo consigo piedras y ríos de agua sucia a finales de marzo de 2025.

Pero, ¿por qué hay tantas emergencias en Ecuador producto del invierno? Lo primero que debería saber es que en efecto, el país atraviesa por un calentamiento atípico de la temperatura del mar frente a las costas, lo que ha provocado fuertes e intensas lluvias en marzo y abril de 2025.
"Junto con otros factores atmosféricos, esto resultó en el incremento de las precipitaciones en varios sitios del país, y en particular en la Costa ecuatoriana", señala un informe de la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL).
Pese a ello, el país está lejos de vivir episodios de un fenómeno del Niño, que se caracteriza por lluvias más extremas; y más bien afronta un evento de La Niña neutral, que incluso tiene probabilidades de desvanecerse.
Entonces, la única respuesta para tratar de explicar la seguidilla de desbordamientos de ríos, inundaciones y deslaves es que "seguimos construyendo en zonas de riesgos y donde hay eventos recurrentes del invierno", dice la experta en gestión de riesgo, María del Pilar Cornejo.
Cornejo, quien también es investigadora de la ESPOL, señala que pese a que los gobiernos autónomos tienen información sobre la vulnerabilidad de ciertas zonas muy bajas, y propensas a inundaciones, siguen autorizando el uso del suelo y la construcción de viviendas en lugares no aptos para vivir.

Adiós árboles, ríos y esteros
"Por cada dólar que invertimos en fases de prevención y riesgo, ahorramos USD 15 en fases de reconstrucción de zonas en emergencia", dice Cornejo.
Y en los últimos años, la profesora investigadora asegura que el Estado ecuatoriano ha invertido alrededor de USD 142.000 millones para solventar emergencias por inundaciones, en un período desde 1982 hasta 2022.
"Nos hemos comido todo el presupuesto que podría ser destinado a educación y salud, solo por no saber planificar".
María del Pilar Cornejo, profesora de la ESPOL
Según la experta en riesgos, las ciudades en Ecuador necesitan ser más "corresponsables con el medio ambiente", y reconocer que mientras se talen los árboles cerca de las cuencas de los ríos y se invada la zona forestal de un lugar, las emergencias por lluvias solo van a empeorar.
Solo imagine lo siguiente: en una zona donde antes había cobertura vegetal y que luego es reemplazada por cemento o construcciones, el agua de la lluvia no tendrá cómo escurrirse.

Cuando llueve, una parte de esta agua se queda en las ramas y hojas, pero en una zona sin árboles, simplemente la lluvia baja sin control arrastrando lodo, piedras y basura, como ha ocurrido en los desbordamientos de quebradas en Quito.
Si a esto le suman que las viviendas han sido edificadas al borde de quebradas, donde se han talado árboles, la población tiene un cóctel peligroso de inundaciones y deslizamientos de tierra.
"El agua tiene que rodar y siempre busca su cauce, por eso debemos saber donde construimos, alquilamos o vivimos".
María del Pilar Cornejo, profesora de la ESPOL
En el caso de Guayaquil, los pocos árboles de mangle del Estero Salado con vida sirven como una frontera natural para controlar las inundaciones.
Pero hay zonas muy bajas donde se ha rellenado el lugar con cemento para dar paso a ciudadelas, como es el caso de Samanes, Sauces y Guayacanes, donde cada año el agua cubres los pies y las veredas.

"Estamos realizando mal las cosas como ciudadanos, pero también desde el Estado porque necesitamos nuevas ordenanzas y formas de construcción, y que el Ministerio de Vivienda realice una política nacional sobre cambio climático", concluye la experta.
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