Luto por los glaciares: Nevados de Ecuador han perdido más del 32% de su manto blanco
El retroceso de los glaciares en Ecuador es alarmante y en el caso del volcán Carihuairazo, su manto blanco está a punto de desaparecer.
Fotografía aérea de la cima del volcán Chimborazo, desde un vuelo comercial, 30 de enero de 2023.
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Instituto Geofísico
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El cambio climático va mucho más allá de calores extremos, o de personas ‘sufriendo’ por las altas temperaturas en medio de un sol inclemente. Los nevados de Ecuador y de América Latina también sufren y están perdiendo su manto de hielo a velocidades nunca antes registradas.
Lo dijo la Organización Nacional de las Naciones Unidas el pasado marzo de 2024, cuando alertó que existe una "alta probabilidad" de que 2024 sea el año más cálido desde que hay registros.
En aquella fecha también dedicó unos pasajes de su documento o informe a los glaciares, aquellos nevados que antes del cambio climático lucían imponentes en los paisajes andinos.
Según la ONU, el conjunto mundial de glaciares de referencia sufre la mayor pérdida de hielo registrada desde 1950. ¿Qué pasa en Ecuador?
Los nevados ecuatorianos enfrentan una situación igual de crítica o peor, advierte la plataforma ambiental MapBiomas, que analizó los glaciares de la Panamazonía, una región conformada por países, entre ellos Ecuador, que tienen territorios en la Amazonía y los Andes.
De acuerdo con análisis de la organización, los glaciares ecuatorianos han perdido más del 32,7% de su superficie entre 1995 y 2002.
En este mismo periodo, los nevados en toda la región andina registran un retroceso de 184.000 hectáreas o el 56% de su superficie.
Se trata de “uno de los paisajes naturales que ha experimentado cambios significativos en las últimas décadas”, indicó la entidad.
Un minuto de silencio por el Carihuairazo
Los datos de MapBiomas son de acceso público y detallan imágenes satelitales de lo que ha ocurrido en los glaciares en los últimos 30 años.
“Los casquetes de hielo ubicados en las elevaciones de la Cordillera Occidental de los Andes ecuatorianos son los que experimentaron la mayor disminución en su extensión”, dice la organización en su reporte.
Pero hay dos volcanes ecuatorianos que llevan la peor parte: el poco apreciado volcán Carihuairazo y el mítico Chimborazo.
Y decimos poco apreciado, porque la sola idea de que el Carihuairazo, ubicado entre las provincias de Tungurahua y Chimborazo, esté a punto de desaparecer debería ser motivo de preocupación para las autoridades ambientales, pero aquello no ocurre.
“La pérdida de un glaciar como el Carihuairazo es un llamado urgente a la acción tanto para la sociedad civil como para las autoridades, instándolos a tomar decisiones frente a los efectos adversos del cambio climático”, dice el coordinador de MapBiomas en Ecuador, Wagner Holguín.
¿Cuánto ha perdido el Carihuairazo? Los datos de MapBiomas señalan que su manto de nieve pasó de cubrir 68 hectáreas en 1985 a menos de cuatro hectáreas en 2022.
Es decir, en 37 años, hubo una pérdida del 94% del glaciar del Carihuairazo, que en lengua quichua significa hombre, viento y nieve.
Al volcán Chimborazo, tan conocido por su imagen frontal en el escudo nacional, tampoco le ha ido tan bien en los últimos años.
Solo para comparar: si en 1985 su capa de nieve cubría 1.235 hectáreas del volcán, para 2022, esta cifra bajó a 855. Hubo una pérdida del 30,8% del casquete glaciar.
¿Por qué mueren los glaciares?
Literalmente, los grandes glaciares están ‘muriendo de hambre’, porque su alimento es la nieve, y esta capa blanca simplemente ya no existe.
Y una razón para el retroceso de la nieve es que los páramos no se levantan saludables como antes. Este hábitat a su vez está amenazado por incendios, ganadería y otras actividades humanas.
Pero hay otra causa de la agonía de los glaciares ecuatorianos y en la región: el aumento de la temperatura global, debido al tan ‘famoso’ cambio climático.
Los científicos estiman que si las emisiones de gases de invernadero no se limitan, como piden los tratados internacionales de ambiente, los glaciares seguirán su retroceso hasta morir.
Aunque esta muerte de los grandes nevados tendrá consecuencias, porque su derretimiento eleva el nivel del mar, afecta la disponibilidad de agua fresca para uso doméstico, riego de plantas y supervivencia de animales.
El panel de expertos sobre el clima de la ONU señaló en su reporte de 2022 que "el calentamiento global acelerado está reduciendo los glaciares tropicales a una velocidad nunca vista desde la mitad de la Pequeña Edad de Hielo", impactando directamente" el suministro de agua que millones de personas toman en América Latina.
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