La enigmática situación de ocelotes, yaguarundis, coatíes y otras especies de Cerro Blanco
Cámaras Trampa, ubicadas en Cerro Blanco, el último remanente de bosque seco tropical intacto de Guayaquil, muestran a ocelotes caminando sin colas o con la piel deteriorada. ¿Qué está pasando?
Vista trasera de un ocelote sin cola caminando por Cerro Blanco, noroeste de Guayaquil.
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Captura de Video Keep in Science
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A un costado de la bulliciosa vía a la Costa, y en medio de las urbanizaciones privadas, se levantan las 6.000 hectáreas de Cerro Blanco, el último remanente virgen de bosque seco tropical de Guayaquil. En medio de sus frondosos higuerones y ceibos, esta isla verde alberga a los sigilosos ocelotes, aquellos felinos de pelaje café y manchas negras perfectamente dibujadas.
La especie, que está en peligro de extinción en Guayaquil y en América Latina, ahora enfrenta una condición sui géneris. Algunos ejemplares de ocelotes sin sus colas o con colas lastimadas han sido vistos deambulando en medio de la vegetación.
La tecnología de las cámaras trampa ha permitido revelar a los investigadores la enigmática y cruel situación en la que se encuentran estos animales, apodados como los 'pequeños' tigres de Latinoamérica.
Diversos videos de otras cámaras, ubicadas estratégicamente entre la vegetación, muestran a yaguarundis con heridas en sus colas y piel, e incluso a otras especies con enfermedades que no son propias de un bosque virgen, como la sarna.
¿Qué está pasando en Cerro Blanco? En este hábitat, cuya flora y fauna es excepcional, parecería que las especies emblemáticas viven un declive, acechadas por el ruido de las canteras de piedra, la deforestación y el avance de los asentamientos irregulares en su parte norte.
Para el activista ambiental, Benjamín Navas, y quien ha colocado las cámaras trampa en Cerro Blanco, hay varias hipótesis sobre los ocelotes con deformaciones en sus colas.
Primero, dice Navas, pueden existir factores externos como una fractura o una pelea entre el ocelote y otro animal. "Incluso, puede ser que hayan entrado en contacto con algún humano", agrega el fundador de la organización 'Keep in Science'.
Aunque también habría otras razones, según Navas: "El hecho de que se registren ya dos tipos de especies con afectaciones o deformaciones en sus colas, me hace pensar que podría ser un tema de pérdida de diversidad genética".
¿Por qué alarmarse?
En las imágenes captadas por las cámaras trampa de 'Keep in Science' se observa a uno de los ocelotes con su cola completamente cortada, y moviéndose lentamente entre las ramas.
Luce desconcertado y perdido, y esto se deba quizás a que la cola de este mamífero, que puede alcanzar los 45 centímetros, le sirve para mantener el equilibrio.
Los videos de una cámara trampa son clips de apenas 15 segundos o menos, pero logran captar al animal en su estado natural y en zonas donde los investigadores no podrían llegar, muchos menos para observar a los ocelotes, puesto que estos son felinos muy territoriales.
Pese a que son clips brevísimos, son la primera muestra de la situación en que está la especie, y el único registro hasta ahora de lo que ocurre en las partes altas del cerro, donde habitan los felinos.
Quizás pensaría que uno o dos ocelotes sin sus colas no es serio, puesto que 'habrá' muchos más paseando por el bosque.
Pero es todo lo contrario, porque si bien los ocelotes están distribuidos a los largo del continente americano, son una de las especies más traficadas en el mundo.
Desde los años 60, son un 'recurso' para la industria de la moda debido a su piel, por lo que, han sido cazados y vendidos desde hace décadas. Además, la pérdida de su hábitat natural, a causa de la deforestación, los ha puesto en peligro de desaparecer.
Perder al ocelote, cuyo nombre científico es Leopardus pardalis, representaría perder a un depredador por excelencia, y que está en la cima de la cadena trófica, señala el portal especializado National Geographic.
Este felino carnívoro se alimenta de presas pequeñas como conejos, insectos anfibios, peces y aves. "La posible pérdida de este animal afectaría los niveles tróficos más bajos (...) terminaría por alterar el ecosistema", añade el portal.
Miedos y falta de dinero
Cuando captó los primeros videos de sus cámaras trampa en 2022, señala Navas, nunca pensó que la situación de ocelotes y jaguarundis de Cerro Blanco era alarmante, "pero ahora que los veo con la piel deteriorada, y a otras especies igual, me doy cuenta que sí lo es".
En el caso del yaguarundi, una especie 'prima' del puma aunque de patas más cortas, uno de los miedos es que no se ha conseguido estudiarlo a profundidad, pese a las amenazas de los ecosistemas donde vive.
Al igual que los ocelotes, son rápidos y escurridizos, y eso impide capturarlos para hacer una exploración a profundidad sobre las enfermedades que los afectan y por qué presentan heridas en sus cuerpos y colas.
"Como todo animal silvestre es difícil capturarlos y los recursos no están ni para monitorearlos, peor para hacer un análisis de su población", añade Navas.
Además de ocelotes sin colas o jaguarundis con deformaciones, las cámaras trampa de Keep in Science han captado a venados heridos y a coatíes (una especie de mamífero) con sarna. Esta última enfermedad sí ha logrado ser confirmada y ocurre por la presencia de animales domésticos, como perros que cruzan a la zona del bosque y transmiten patógenos.
De hecho, la zona norte del Cerro colinda con los enclaves pobres de Monte Sinaí, donde sus habitantes talan bosque para levantar rudimentarias casas.
Tres Bocas es el sector más peligroso, custodiado por dos guardaparques del bosque, pero desarmados y que poco pueden hacer ante los traficantes de tierras.
Así, con varias amenazas al mismo tiempo, Cerro Blanco respira a media marcha y sus especies de animales sufren un deterioro que de momento, la ciencia no tiene recursos para investigar.
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