Cloro, un aliado en la potabilización del agua
El agua pasa por cinco fases antes de ser segura para el consumo. La cloración, como etapa final, desinfecta el líquido vital. Con un índice de calidad del 99,96%, el agua de Quito no necesita ser hervida. ¡Descubre por qué!
Planta de tratamiento de agua
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Cortesía EPMAPS
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La cloración es el último paso en el proceso de potabilización del agua, luego de pasar por la coagulación, la floculación, sedimentación (separación de partículas) y la filtración. Hay que recordar que el agua transmite microorganismos por lo que la desinfección, dentro de su tratamiento, es uno de los pasos fundamentales para hacerla apta para el consumo humano.
El uso del cloro constituye un progreso para la salud pública y, desde el siglo XX, ha permitido aumentar la esperanza de vida en el mundo. En el Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), el agua tiene un índice de calidad del 99,96% y cuenta con el Sello de Calidad INEN por el cumplimiento de los requisitos establecidos en la Norma Técnica Ecuatoriana INEN 1108, que califica el agua de Quito como apta para el consumo humano.
El Laboratorio de Control de Calidad del Agua realiza muestreos frecuentes en toda la red para verificar la presencia de cloro residual en las cantidades establecidas por la normativa. Por eso, en Quito no es necesario hervir el agua ni usar filtros, ya que pasa por estrictos procesos de potabilización y control de calidad en las plantas y laboratorios, eliminando todos los microorganismos que puedan afectar la salud.
En las 21 plantas de tratamiento que existen en el DMQ se utiliza el cloro en las dosis reguladas, protegiendo el agua en su trayecto hasta los hogares.
Al hervir el agua de Quito lo que se hace es eliminar el cloro residual que la protege de agentes contaminantes, por lo que si se hierve es necesario consumirla de manera inmediata. El agua que no circula (embotellada) también debe consumirse en el tiempo que determina el fabricante ya que al estar en reposo es propensa a generar microrganismos que afectan a la salud.
Para asegurar que el agua mantenga la calidad con la que llega al hogar, es necesario que se realice el mantenimiento de las redes internas de las viviendas, así como los tanques cisternas al menos cada tres meses. Todo tanque o cisterna puede generar hongos o bacterias en sus paredes, lo que reduce la calidad del agua almacenada.
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