En sus Marcas Listos Fuego
¿Por qué incrementaron los secuestros en Ecuador?
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Y no sólo los secuestros. También aparecieron vacunadores por doquier, sicarios a paupérrimos precios, asaltantes como cucarachas. Si como sociedad somos incapaces de comprender el fenómeno, ¿cómo carajos pretendemos hacerle frente?
Y este es un fenómeno cuyo crecimiento exponencial lo empezamos a percibir el último año. ¿Por qué? ¿Aumentó la pobreza y creció tanto la tasa de desempleo? No. Nada de eso. ¿Entonces? Paciencia, que ahí va la explicación técnica.
Hasta el día de hoy el 90% de la producción de coca en el mundo se cultiva y produce en Bolivia, Perú y Colombia. De la cocaína que se consume en Europa, el 48% es colombiana, el 30% peruana y el 18% boliviana. ¿Saben por dónde pasa gran parte de esa producción? Síp, por Ecuador. Somos almacenadores, vía de paso, distribuidores y exportadores profesionales.
La cocaína que se produce en la región genera ingresos de hasta USD 320 mil millones, cifra superior al PIB de la mayoría de países sudamericanos y que básicamente quintuplica la del Ecuador.
Si bien la región no puede competir con Afganistán en la producción de heroína, 900 toneladas se producen entre México y Colombia. En Ecuador, la exportación de drogas representa, en términos económicos, casi el doble de lo que significa la exportación de petróleo, banano, flores y camarón al año.
Voy a parar ahí. Lo que quiero que vean es la importancia económica del narcotráfico para el Ecuador. Para que el narco pueda operar en Ecuador, no se utilizan figuras rústicas. No, para nada. Se utilizan verdaderas estructuras delictivas, inversión en logística, canales de distribución, compra de políticos y policías, y un complejo gasto en infraestructura.
Es decir, para que la exportación sea tan exitosa, lo que tenemos son verdaderas empresas criminales que se cooperan y compiten (a bala) entre sí. Y todo al margen del Estado.
Ahora bien, ¿qué pensarían si les digo que el mercado de coca y de heroína (y de todas las drogas tradicionales) está en crisis? Hablo en serio. ¿Qué pasa si les cuento que el consumo de estas drogas está cayendo estrepitosamente, al punto que los narcos se están quedando colgados con su producción?
Pues sí. Esto está sucediendo. ¿Cómo se explica el fenómeno? Con el apocalipsis. Sí, llegó el apocalipsis. ¿De qué hablo? Del fentanilo.
El fentanilo vino a revolucionarlo todo y, para producirlo, ya no se necesitan miles de hectáreas “agrícolas” para su sembrío, cultivo, cosecha y posterior transformación química.
Para producir fentanilo, al ser una droga sintética, se necesitan pequeños laboratorios y muy poco espacio.
Antes de seguir, vamos a entender a esta nueva droga, a la que todos conocemos como la droga zombi por los efectos devastadores que produce, no solo en el cuerpo del consumidor, sino en la visión de quienes hemos estado en ciudades como Filadelfia y hemos quedado asqueados con sus efectos.
Se trata de un opioide sintético que es 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina.
Se lo puede conseguir en polvo, en aerosol nasal, en gotas para los ojos, en tabletas comestibles.
En Europa, de ser una opioide marginal, hoy tiene un crecimiento del 14% en su consumo y su crecimiento en el mundo es de un promedio similar.
Hasta el momento, el mundo registra 220 muertes al día causadas por el consumo de esta nueva droga. Y ya llegó hasta a los famosos. ¿De qué creen que murió Tom Petty o Prince?
Es tan adictiva que, al igual que sucede con la heroína, se considera una droga que genera una adición no susceptible de rehabilitación. ¿Y qué creen? ¡Es baratísima! La pastilla (que te dobla cual Chavo con chiripiorca por 48 horas) se la consigue desde USD 0,65 hasta USD 2,50.
Entonces, ¿qué tiene todo esto que ver con la columna de hoy? Vamos a ello: El crecimiento de esta droga tan adictiva, tan barata, que no se produce ni en Ecuador, ni en Colombia, ni en Perú, ni en Bolivia, ha generado un significativo decrecimiento en la demanda de las drogas tradicionales que mantenían en constante crecimiento y opulencia a nuestras economías criminales.
¿Las consecuencias? Pues que, a menos demanda, menos oferta, ergo, menos exportación, menos tráfico y, finalmente, menos ingresos. Hoy, nuestro mundo criminal tiene menos recursos y necesitan desesperadamente mantener sus estructuras y sus “ejércitos de empleados”.
Por ello se volcaron a intentar curar esas heridas financieras y, como optar por un trabajo legal resultaría ofensivo para ellos, se han volcado a buscar nuevas formas de financiamiento: el sicariato, los secuestros, las vacunas, los asaltos.
Los efectos del fentanilo han sido tan devastadores para los “productores tradicionales” que los efectos inmediatos los sentimos todos en las calles: incremento de violencia y de focos de peligro.
¿Ahora ven lo que enfrentamos? El mundo de los buenos siendo trastocado por el mundo de los malos y, mientras los buenos vivimos en la nebulosa, los malos siguen y nos seguirán dando tres vueltas, en experiencia, pero también con la soga con la que envuelven nuestros cuellos.
Y como yo pago impuestos y estoy harto de ser estafado día a día, me siento en la libertad de gritar: ¡hey! ¡Señores del gobierno! Yo les pago para administrar esta crisis. No me obliguen a reclamar, y con desmesurada violencia, la garantía.